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Noviembre – “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. – Generosidad

Cuando vives en el dominio de su amor, tu vida se convierte en un fluir de generosidad. “De tal manera Dios amó al mundo que dio…” es una declaración de un dar sin límite. Eres ese amor del Padre en la tierra y conllevas su mismo ADN. La generosidad es parte de tu genética espiritual. Cristo en ti es el bien y la misericordia que te fue dado para que todos los días puedas vivir novedad de vida.
Hemos visto durante todo este año cómo el Salmo 23 expresa la generosidad del Padre, ya sea tanto en su cuidado integral para nuestra vida, como también para darnos su provisión para todo lo que necesitamos. El bien del Padre es lo mejor de lo mejor. Es la porción perfecta y abundante para mantenerte en bienestar y propósito. No hay nada ordinario en el “bien” que proviene de Cristo.
El Padre te dio su misericordia, aunque no la merecías, y no te pidió permiso para ello. Lo hizo porque te ama y sabe cuánto vales. Él te ha dado todo para que siempre tengas provisión abundante para dar a otros. Esta es tu misma esencia. De tal manera amas que fluyes en generosidad.
Todos admiramos a aquellas personas desinteresadas que ayudan a algúnecesitado, que prestan atención a un ambiente para mejorarlo o que alientan a alguien que se encuentra desanimado. Conllevas el bien del Padre, Cristo, en tu interior. Él dijo: “nadie tiene mayor amor que este, que ponga su vida por otros”. Él modeló esa verdad en una vida enfocada en servir a los demás. Cuando comprendas quién eres, darás tu vida a favor de otros para que ellos también experimente el “bien y la misericordia” que has experimentado.
Tienes acceso a ese bien y misericordia todos los días en Cristo. Él completó una obra perfecta a favor de tu vida en identidad, significado y propósito para que puedas dar desde tu esencia lo mismo a favor de otros. La generosidad que experimentaste es lo que está destinado a derramarse a través de ti. No es por lo que alguien hace o merece, es por el fluir de la misma gracia que tú recibiste. “El bien y la misericordia” se viven en Cristo.

Aplicación Práctica
¿Cómo puedes vivir la realidad del “bien y la misericordia” en Cristo? Para
poder apropiarte de lo que te corresponde debes primeramente creer y aceptarlo. Después está la tarea de crear la imagen interior de esa verdad. Nunca alcanzarás a vivir una verdad, si no la puedes “ver” primero como tu realidad. Tener a Cristo como la manifestación tangible en tu vida del “bien y la misericordia” del Padre es comprender que estas completo en Él y no es ni ha sido por lo que haces. Estás completo en todo porque el Padre te amó.
Cuando das de ese “bien y misericordia”, hay un fluir de generosidad que brota desde la fuente inagotable que vive dentro de ti. Cuando das generosamente perdón, amor, sonrisas, palabras de aliento, paz, servicio, dinero o ayuda, la fuente que está en tu interior te sacia y vuelve a llenarte de manera continua. ¡Impresionante! El bien y la misericordia, manifestados en la Persona de Cristo, te mantiene lleno de forma constante. Puedes dar desinteresadamente con la total seguridad de que Cristo sobreabunda en ti. Recuerda que tu “copa está rebosando” en propósito a favor de tu mundo. Estás destinado a servir a tu prójimo desde la generosidad de una provisión que jamás se agotará.
Tienes a Cristo. Eres su mismo amor.

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